jueves, abril 30

Carpe diem

Me resistí muchísimo de escribir acerca de la influenza y la paranoia colectiva. Si bien, me ha servido muchísimo la cuarentena para poner en orden mis cosas de la casa en la que ya no estaré (y que nunca pude llamar hogar), las advertencias son muy reiterativas y preocupantes, el mundo se va a acabar y mi ciudad se vuelve una ciudad estéril como quirófano. Nomas veo ojos detrás de máscaras quirúrgicas, el azul es el nuevo negro, el señor de la gasolinera me atiende con guantes de látex. Y el virus-is-in-the-air amenazando con exterminar a los no confesados, más cuando el apocalipsis se anuncia cuando sientes que el suelo que pisas se mueve un lunes por la mañana. Solo falta que el Popocatépetl despierte de su larguísimo sueño para demandar un poquito de atención ante semejante crisis existencial. Compras de pánico, ataques de ansiedad, y un sinfín de angustiosos etc´s.
Ni el pánico ni la hipocondriasis se apoderan de mi persona. Mis precauciones no pasan de usar –por obvias razones- un cubrebocas en el hospital y lavarme las manos constantemente y aún así, el miedo no me paraliza, al contrario, creo que he abrazado y besado más últimamente atentando a cualquier protocolo contingente y me doy el chance de vez en cuando de estornudar a propósito en el elevador para divertirme un poco.
3 pm, salgo al aire libre, fuera tapabocas y respiro. “carpe diem” como filosofía se remarca en mis días últimamente…

No hay comentarios.: