lunes, enero 25

We never change - Coldplay

Se van por mis espirales algunos intentos de escape

-Resuelvo misterios- te dije con toda la seguridad de que no te atreverías a preguntar.

Sin miedo volteaste para encontrarte en mis ojos y descubrir que mentía.

A unos tres años de aquel tristísimo momento, me encuentro aquí, despidiéndome de ti, entonada en la música de mis pretextos, para no escapar.




We never change, do we?
We never learn, do we?

We never change - Coldplay

sábado, enero 23

Mis letras bajo el efecto del miolastan.

Justo cuando abrí los ojos, entre los dos arcos que forman las ventanas de mi pared izquierda, que dan al pequeño jardín, ahí estaban, cargando en sus lomos, dos hormigas rojas, una llevaba una pequeña hoja y la otra una migaja de pan. Su trayecto hacia abajo, directo a la mesita de noche se convirtió en una gran travesía que duraría un par de horas antes de que conciliara el sueño. Reflejado en el espejo de la pared de enfrente pude ver ese espectro que se dibuja en mi cara y se traduce en insomnio eterno al compás de un blues enfermo y aturdido. Tanto ruido se esconde entre los silencios de las 3 de la mañana entre un crujir de la casa y un grillo que se perdió en algún rincón de la recamara. No hay luz, por lo menos no de la que se proyectaba desde la lámpara del buró antes de las 12 de la noche, solo alcanzo a percibir el destello rojo del despertador conectado en el enchufe que está justo al lado de la cama. Cierro los ojos otra vez y me transporto a un lugar más iluminado, donde las lámparas de noche y el azul/verde de mi jardín me observan mientras duermo, por fin, con el blues apagado, cuando las hormigas concluyen su viaje.